31.8.10

"Incluso el pasado puede modificarse." (J.P. Sartre)

Esos días termodinámicos, me decis, que no tenes miedo y tus ojos te contradicen justo antes que lo digas. Esas pequeñas mentiras piadosas, pueden cerciorarme de tu honestidad ineluctable. Claro!, seguramente hallas la primer gran contradicción de la frase anterior, y regocijas de tu capacidad de diferenciar entre un opuesto y el otro: -¡ahhh!- la verdad y la mentira: ¿que son sin los hombres?.
Hubo un día que decidí mirar a mi alrededor, en movimientos recti-líneos, aprecie en donde estaba parado, quien era (no saqué conclusiones), solo planteaba un supuesto de fracaso del juego primigenio. Sectores del cerebro libraban una lucha atroz, peor que la del año 38, y me animé a diagnosticar aún más, consideré una tercera guerra mundial en mi craneo. Esto así, por la edad supongo. Esto así, por el tiempo.

Bajo este contexto ut supra, animé este escrito sobre el tiempo.
Claro, podrán decirme: a tu edad + los conceptos incorporados en la secundaria + la olimpiada de historia + 4 años del estudio del derecho + las lecturas radicales + las lecturas ortodoxas = David erigiendo el tratado del tiempo (automaticamente las risas de los pares). Y si, yo también me río y disfruto de mi ridiculez, y pienso en los retorcijones que se estaran pegando en sus tumbas Heidegger, Hawking, Aristóteles, Einsten y toda la muchachada. Aún así, nadie podrá negarme que el conocimiento se construye a través de los "otros", y que el verdadero autor y maestro se regocijará del mensaje sembrado y no de sus 500.000 ejemplares vendidos. Asimismo, el aprendiz estará orgulloso de transitar varios autores y formar su propia concepción, y no sacar chapa de intelectual por haber leído a Kierkegaard, Spinoza o Dostoievsky.
Especificando ya desde la honestidad calcárea de la que hablo, digo:
Saber «qué es» el tiempo cuando nadie nos lo pregunta, y dejar de conocerlo en el momento mismo de comenzar a explicarlo constituye, a primera vista, un hecho de naturaleza sorprendente. Por mi parte, alguna vez sentí la sensación del "no tiempo", pero ello ocurre de modo más fácil en lugares que no acostumbro frecuentar, por ejemplo, un viaje. Es decir, la idea de desprenderme de la habitualidad de mis acciones, mi hogar, hace más fácil la idea de estar "sin tiempo". Ello solo puedo explicarlo, porque entiendo que todas mis habitualidades están signadas en el tiempo, y se relaciona automaticamente, como comer, navegar en la red, dormir, etc. ello depende del tiempo y se hizó costumbre en mi. Ergo, viajé y me olvidé de los relojes, traté de no descifrar entre el día y la noche y sentí una sensación extraña (no así desagradable, aclaro esto porque hay personas que se rigen de manera tan monocorde y calibradamente, que la sensación de olvidarse del reloj los perturba, los incomoda), una sensación de flotar y arrepentimiento tal vez. Busqué a esto darle un sentido biológico, pero desmenuzando un poco más, no encontré relación, puesto que fijese que las funciones vitales que nuestro organismo realiza, luego el hombre aplica el sistema sexagesimal, midiendo así cada cuantas horas el cuerpo debe descansar, en que horario se debe nutrir, y así la lista continua. Luego encuentro que un hombre llamado Harvey, realiza un cuerstionamiento similar al que motiva este escrito, él plantea: 
"Tiempo y espacio son dos categorías básicas de la existencia humana, pero rara vez se discuten". Lo que nos trae este pensador es una categoría de lo que no pensaba hablar, pero ello es imposible, puesto que si se piensa en el tiempo, automaticamente aparece el espacio, como ligamen inseparable según la concepción humana. De hecho, tiempo y espacio tienen una base métrica matemáticamente cercana, basada en el sistema de medida de circunferencia. Ahora bien, yo decido separar en conceptos diferentes, y lograr mi próposito: que es concebir el espacio sin tiempo, por tanto la separación de ambos términos. 
Gardner define al espacio "un orden de existencia de las cosas que se manifiesta en su simultianismo" mientras que el tiempo es "el orden sucesivo de lo que acontece"
Kant definió que el espacio y el tiempo eran "dimensiones" utilizadas por el ser humano para comprender su realidad, su entorno, como algo donde el hombre refleja su transcurrir, y para el lo único absoluto era "Dios". Teniendo en cuanto dos concepciones netamente opuestas, por su matriz religiosa en uno, y metafísica en otra, ¿podremos esbozar una definición de "tiempo" neutra? Imposible. Ello así, por la impregnación socio-cultural que portamos como genes mismos. Imagine acaso, no tener noción de lo que es el espacio y el tiempo, por ejemplo: el primer humano. Escalando de devenir en devenir, flotando como libélulas, sin relojes "pudriendo en nuestras mentes ya" como dice el flaco (frase deformada de "cantata de puentes amarillos"), todo esto no determinando fracción a fracción momentos de nuestra vida. Y hizó mal el humano generar un sistema en donde los sobrevinientes adaptásemos así sin más. De todos modos, imaginar no cuesta nada, y llevar esa imaginación a un estado de practicidad, tampoco. Por ello, existen zonas grises (¿perversas?, = ) que permiten al organismo soslayarse del sistema del tiempo humano, forjandonos como dioses, mirando el planeta desde arriba, viendo jugar a los participantes motrices, idóneos en sus tareas, felices con el repartito en horas del día, sincronizando sus tareas para lograr la suculenta aurorrealización del día de hoy. 
¿Es este tratado del tiempo más lúcido que inferencias de antaño por eruditos de la materia? Para mí si. Yo soy dueño de mis actos, y otras personas también me condicen. 
       

"Queremos repetir temporalmente la cuestión de qué es el tiempo. El tiempo es el "cómo". Si seguimos indagando qué es el tiempo, hemos de evitar quedar prendidos prematuramente de una respuesta (al estilo: el tiempo es esto o aquello), lo cual implicaría siempre un "qué". No miremos la respuesta, sino repitamos la pregunta. ¿Qué sucedió con la pregunta? Se ha transformado. La cuestión de ¿qué es el tiempo?, se ha convertido en la pregunta: ¿Quién es el tiempo? Más en concreto: ¿Somos nosotros mismos el tiempo? Y con mayor precisión todavía: ¿Soy yo mi tiempo? Esta formulación es la que más se acerca a él. Y si comprendo debidamente la pregunta, con ello todo adquiere un todo de seriedad. Por tanto, ese tipo de pregunta es la forma adecuada de acceso al tiempo y de comportamiento con él, con el tiempo como el que es en cada caso el mío. Desde un enfoque así planteado, el ser-ahí sería el blanco del preguntar.”
Martin Heidegger. El concepto del tiempo. Editorial Trotta. 1999


A ella, y su capacidad del "no tiempo" aunque las agujas quemen...


Cándido.-

0 comentarios: